El desprecio es una novela corta escrita por Kadaré en 1984, y que en España
aparece editada en el volumen Cuestión de
locura, junto a otras tres novelas breves: la que da el título al volumen,
y las ya reseñadas en este blog, Días de
juerga, y La estirpe de los Hankoni.
En El desprecio, Kadaré busca relatar
y retratar una historia de supervivencia de un hombre atrapado entre el cambio
de régimen político, o más en concreto, apresado en la bisagra que representa
el final de una situación política y el advenimiento de una completamente nueva
a la que hay que adaptarse, intentar progresar en ella, permanecer vivo.
Toda época de cambios trae consigo la inestabilidad, genera dudas y
miedos, más si nos estamos refiriendo a la transición obrada en Albania tras la
Segunda Guerra Mundial, de un gobierno monárquico, el del rey Zog, con una
clase pudiente y adinerada, con raíces y anclajes en la sociedad burguesa
europea, arrancado de cuajo por un sistema comunista de colectivización que
inmediatamente identifico a la clase alta como “enemigo de clase”, procedió a
su reeducación mediante incautación de bienes, empobrecimiento y penas de
cárcel y, cuando los consideró aptos para ser devueltos a la nueva sociedad
igualitaria del hombre nuevo y justo,
los marcó con la etiqueta de los “desclasados”, prácticamente con ninguna forma
de ganarse la vida y de poder salir adelante.
El desprecio es la historia de un hombre amoral o tal vez sin moral, eso sería
motivo de reflexión –tanto cómo si su carácter es trasvase o producto del
propio régimen inmoral imperante-, un hombre que no tiene principios o que debe
abandonarlos para poder cobijarse y mantenerse a salvo en mitad de todos los
cambios sociales. Hay que adaptarse, parece pensar Aleko Balla, subteniente del
Ejército comunista de Albania y miembro del Partido, y eso es lo que hace,
intentará adaptarse.
El comunismo albanés ha reunido en guetos y humildes asentamientos a
los poderosos del régimen anterior, portadores de una ideología y un
comportamiento “peligroso” para el nuevo régimen. Los “poderosos” de antaño no
se han resignado a perder su estatus anterior, a pesar de que los han dejado
con escasa capacidad de maniobra. Una de sus opciones será enmarañarse con las familias
obreras, y desde el interior, desde el corazón del enemigo, tratar de iniciar
el nuevo asalto al poder. Y la mejor manera para concretar esa integración
parece encontrarse en los asuntos amorosos, y por supuesto, en los enlaces
matrimoniales, que se muestran como la gran solución.
Por eso, Aleko Balla se casará con la hija de la vieja beyleresa Muhadez, una mujer poderosa
antaño, sellándose un extraño pacto entre el nuevo y el viejo régimen que
pronto traerá problemas para Balla: será expulsado del Partido y del Ejército,
iniciando desde este instante una vida de supervivencia miserable, hipócrita,
cimentada en la corrompida vida
cotidiana de un régimen pervertido. Aleko avanzará, ahora, utilizando en su
propio beneficio, las oportunidades que le proporcionarán ambos bandos. Para
los suyos, los comunistas, se ha convertido, en virtud del enlace, en un
traidor, y para los miembros del antiguo régimen no es más que un ser despreciable
que, sin embargo, les vale para introducirse en el sistema.
Expulsado, repudiado y estigmatizado para el comunismo, Aleko acabará
en un puesto miserable, dispensando leña, un preciado material con el que,
influyendo sobre unos, sobornando a otros, puede ir recuperando una mínima preponderancia
dentro de una sociedad que no lo quiere por estar casado con una “desclasada”.
La corrupción, el enchufismo, la burocracia, son los trampolines que pueden
aupar al hombre nuevo comunista en
dirección a una mejoría del puesto de trabajo y a poder asegurarse la comida de
cada día. A la par, su vida en el seno de los “desclasados” se convierte en una
pesadilla, encontrando en su propia suegra el principal obstáculo, ya que la beyleresa se ha decepcionado con Aleko,
quién, evidentemente, no ha reportado a la familia los beneficios que la mujer
se esperaba. Aleko es un advenedizo, pero la beyleresa es una arribista, lo que, al final, acabará igualándolos
moralmente, fusionando al viejo régimen con el nuevo, estableciendo Kadaré,
aquí, su crítica definitiva. El paraíso comunista no contiene más que las
viejas telarañas del infierno capitalista. Y repite, cuando no amplifica, uno a
uno sus errores, hasta el punto de poder fusionar ambas concepciones vitales,
las que representan la beyleresa y
Aleko, en una sola. De esa forma, el ex comunista y ex militar será considerado
por la mujer, al final, como “uno de ellos”. La caída moral se ha consumado.
Varias reseñas críticas señalan a este relato como uno de los mejores
de Kadaré, y no cejan en su empeño de calificarlo de “corte balzaciano”.
Realmente, yo no opino así, creo que es un texto correcto, pero algo menor
dentro de su producción. Menor, sí, pero de evidente repercusión a causa del
panorama que retrata y del asunto que aborda; lo que no termino de apreciar es
el corte “balzaciano”, un juicio que es producto, o eso me da la sensación, de
que algo había que poner en la contraportada del libro, copiada y plagiada
hasta la nausea por la cadena de posteriores reseñadores. Supongo que la
referencia a Balzac vendrá tomada por lo de la Comedia humana desarrollada por el francés, y porque el texto de
Kadaré refleja ciertos tipos y retratos de costumbres del momento, así como un
intento de estudio psicológico de personajes y de la forma en que se
desenvuelven en esa sociedad tan peculiar, la del Nuevo Estado, un estudio que
resulta truncado o algo escaso dada la brevedad del texto. En ese aspecto, si
tuviéramos que entroncarla con viejas formas decimonónicas de novela, dado el
empecinamiento crítico, yo la calificaría más de galdosiana o barojiana y, si
se me apura, hasta de novelita picaresca dado que Aleko reproduce ciertos
comportamientos y máximas de pícaro.
En cualquier caso, resulta indiscutible el retrato que, una vez más,
Kadaré elabora de la malsana sociedad y de la vida de la Albania del siglo XX,
que es casi lo mismo que decir de la Albania de Hoxha o de aquello que ya he
referido varias veces, en otras ocasiones y en diferentes entradas de este
sitio: la vida cotidiana bajo el comunismo.
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