martes, 17 de septiembre de 2013

El desprecio



El desprecio es una novela corta escrita por Kadaré en 1984, y que en España aparece editada en el volumen Cuestión de locura, junto a otras tres novelas breves: la que da el título al volumen, y las ya reseñadas en este blog, Días de juerga, y La estirpe de los Hankoni. En El desprecio, Kadaré busca relatar y retratar una historia de supervivencia de un hombre atrapado entre el cambio de régimen político, o más en concreto, apresado en la bisagra que representa el final de una situación política y el advenimiento de una completamente nueva a la que hay que adaptarse, intentar progresar en ella, permanecer vivo.

Toda época de cambios trae consigo la inestabilidad, genera dudas y miedos, más si nos estamos refiriendo a la transición obrada en Albania tras la Segunda Guerra Mundial, de un gobierno monárquico, el del rey Zog, con una clase pudiente y adinerada, con raíces y anclajes en la sociedad burguesa europea, arrancado de cuajo por un sistema comunista de colectivización que inmediatamente identifico a la clase alta como “enemigo de clase”, procedió a su reeducación mediante incautación de bienes, empobrecimiento y penas de cárcel y, cuando los consideró aptos para ser devueltos a la nueva sociedad igualitaria del hombre nuevo y justo, los marcó con la etiqueta de los “desclasados”, prácticamente con ninguna forma de ganarse la vida y de poder salir adelante.

El desprecio es la historia de un hombre amoral o tal vez sin moral, eso sería motivo de reflexión –tanto cómo si su carácter es trasvase o producto del propio régimen inmoral imperante-, un hombre que no tiene principios o que debe abandonarlos para poder cobijarse y mantenerse a salvo en mitad de todos los cambios sociales. Hay que adaptarse, parece pensar Aleko Balla, subteniente del Ejército comunista de Albania y miembro del Partido, y eso es lo que hace, intentará adaptarse.

El comunismo albanés ha reunido en guetos y humildes asentamientos a los poderosos del régimen anterior, portadores de una ideología y un comportamiento “peligroso” para el nuevo régimen. Los “poderosos” de antaño no se han resignado a perder su estatus anterior, a pesar de que los han dejado con escasa capacidad de maniobra. Una de sus opciones será enmarañarse con las familias obreras, y desde el interior, desde el corazón del enemigo, tratar de iniciar el nuevo asalto al poder. Y la mejor manera para concretar esa integración parece encontrarse en los asuntos amorosos, y por supuesto, en los enlaces matrimoniales, que se muestran como la gran solución.

Por eso, Aleko Balla se casará con la hija de la vieja beyleresa Muhadez, una mujer poderosa antaño, sellándose un extraño pacto entre el nuevo y el viejo régimen que pronto traerá problemas para Balla: será expulsado del Partido y del Ejército, iniciando desde este instante una vida de supervivencia miserable, hipócrita, cimentada en  la corrompida vida cotidiana de un régimen pervertido. Aleko avanzará, ahora, utilizando en su propio beneficio, las oportunidades que le proporcionarán ambos bandos. Para los suyos, los comunistas, se ha convertido, en virtud del enlace, en un traidor, y para los miembros del antiguo régimen no es más que un ser despreciable que, sin embargo, les vale para introducirse en el sistema.

Expulsado, repudiado y estigmatizado para el comunismo, Aleko acabará en un puesto miserable, dispensando leña, un preciado material con el que, influyendo sobre unos, sobornando a otros, puede ir recuperando una mínima preponderancia dentro de una sociedad que no lo quiere por estar casado con una “desclasada”. La corrupción, el enchufismo, la burocracia, son los trampolines que pueden aupar al hombre nuevo comunista en dirección a una mejoría del puesto de trabajo y a poder asegurarse la comida de cada día. A la par, su vida en el seno de los “desclasados” se convierte en una pesadilla, encontrando en su propia suegra el principal obstáculo, ya que la beyleresa se ha decepcionado con Aleko, quién, evidentemente, no ha reportado a la familia los beneficios que la mujer se esperaba. Aleko es un advenedizo, pero la beyleresa es una arribista, lo que, al final, acabará igualándolos moralmente, fusionando al viejo régimen con el nuevo, estableciendo Kadaré, aquí, su crítica definitiva. El paraíso comunista no contiene más que las viejas telarañas del infierno capitalista. Y repite, cuando no amplifica, uno a uno sus errores, hasta el punto de poder fusionar ambas concepciones vitales, las que representan la beyleresa y Aleko, en una sola. De esa forma, el ex comunista y ex militar será considerado por la mujer, al final, como “uno de ellos”. La caída moral se ha consumado.

Varias reseñas críticas señalan a este relato como uno de los mejores de Kadaré, y no cejan en su empeño de calificarlo de “corte balzaciano”. Realmente, yo no opino así, creo que es un texto correcto, pero algo menor dentro de su producción. Menor, sí, pero de evidente repercusión a causa del panorama que retrata y del asunto que aborda; lo que no termino de apreciar es el corte “balzaciano”, un juicio que es producto, o eso me da la sensación, de que algo había que poner en la contraportada del libro, copiada y plagiada hasta la nausea por la cadena de posteriores reseñadores. Supongo que la referencia a Balzac vendrá tomada por lo de la Comedia humana desarrollada por el francés, y porque el texto de Kadaré refleja ciertos tipos y retratos de costumbres del momento, así como un intento de estudio psicológico de personajes y de la forma en que se desenvuelven en esa sociedad tan peculiar, la del Nuevo Estado, un estudio que resulta truncado o algo escaso dada la brevedad del texto. En ese aspecto, si tuviéramos que entroncarla con viejas formas decimonónicas de novela, dado el empecinamiento crítico, yo la calificaría más de galdosiana o barojiana y, si se me apura, hasta de novelita picaresca dado que Aleko reproduce ciertos comportamientos y máximas de pícaro.

En cualquier caso, resulta indiscutible el retrato que, una vez más, Kadaré elabora de la malsana sociedad y de la vida de la Albania del siglo XX, que es casi lo mismo que decir de la Albania de Hoxha o de aquello que ya he referido varias veces, en otras ocasiones y en diferentes entradas de este sitio: la vida cotidiana bajo el comunismo.

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